sábado, 22 de marzo de 2008

Palabras finales

Hoy en día, a ningún hombre culto, se le ocurriría tratar a la mujer como lo hacían sus antepasados, por ello han recurrido a maneras más sofisticadas, con igual o mejor resultado: Utilizan todos los medios de comunicación para mostrarla no como una mujer pensante y laboriosa, sino que ellos han creado como imagen ideal de ésta la de “La Mujer Seductora”, la que con su cuerpo y vanidad va arrasando a los hombre que encuentra en el camino e invitando a que todas las mujeres hagan lo mismo. La mujer inteligente, la que realmente se valora, no debe caer en tal trampa; ella es importante no por su cuerpo, ni por su belleza, sino por lo que es como persona y por lo importante que es para la sociedad el trabajo que realiza. Trabajo que debe ser, no para competir con el hombre, sino complementario el uno del otro. La mujer representa la mitad de la población, ellas tienen aspiraciones y necesidades propias, las que solo podrán satisfacer quienes las conozcan y sientan como propias, o sea las mujeres mismas, sin que ello signifique que les estén vedados otros campos, o que existan actividades para las que no sean capaces.

En nuestros tiempos vemos como la mujer, a través de miles de engaño y fraudes por medios auditivos, visuales, psicológicos, sensoriales, estéticos, artísticos y banales, utilizan su existencia para persuadir a los consumidores a adquirir innecesariamente productos, mancillando su honor y dignidad. Vemos como es desnudada en almanaques, revistas, reinados de belleza, vallas publicitarias, en programas de televisión en general. La mujer dentro del medio social occidental vive en un irrespeto tal que solo se la mira desde el punto de vista material pasional.

La mujer en occidente a finales del siglo pasado y en el presente, ha obtenido el reconocimiento de algunos de los derechos que la mujer musulmana a disfrutado desde hace más de mil cuatrocientos años.

La mujer: Sus derechos politicos, ecónomicos y sociales II

En el Sagrado Corán, Dios todo poderoso, de manera reiterativa y categórica, nos enseña y ordena la igualdad entre hombre y mujer. En varias aleyas, de manera clara hace mención a los derechos y deberes de los humanos sin hacer distinción alguna, como prueba de lo anterior transcribiremos la traducción de algunas de estas aleyas:

“ Dios ha preparado perdón y magnifica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que, y las que, dan limosnas, los que, y las que, ayunan, los castos y las castas, los que, y las que, recuerdan mucho a Dios.”

“A los hijos varones corresponde una parte legitima de lo que hayan dejado los padres y parientes. Las mujeres también tendrán una parte legitima de lo que hayan dejado los padres y parientes ...” Sura 4, 7.

“Los creyentes, hombres y mujeres, se protegen uno al otro. Ellos prescriben lo bueno y prohiben lo que es malo. Ellos observan la oración con regularidad y obedecen a Allah y a Su mensajero. Sobre ellos Allah ha prometido a Sus creyentes, hombres y mujeres, jardines por cuyos bajos fluyen ríos, para habitarlos, y hermosas mansiones dentro de los jardines con eterna bendición” Corán 9:72

¡ Oh creyentes ! no os ridiculicéis unos a otros, es posible que los ridiculizados sean mejores que ellos. Que tampoco las mujeres se ridiculicen unas a otras; porque es posible que ésta sean mejores que aquellas; ni os difaméis ni os motejéis “ Sura 49:11

“ ... A los hombres les corresponde la recompensa que se hayan merecido así como también las mujeres tendrán la recompensa que se hayan merecido ...” Sura 4, 32

El Islam dio a la mujer una identidad independiente y declaró que sus alcances morales y espirituales dependen solamente de su propia iniciativa. Al igual que el hombre, su éxito o fracaso descansa sobre sus propias creencias y actitudes, conducta y comportamiento. Ella es un ser responsable con derechos propios y lleva una carga de obligaciones morales y espirituales. El Profeta, la paz sea con él, dijo: “Cada uno de vosotros es guardián y responsable por lo que está a su cargo. El gobernante está a cargo de sus gobernados y es responsable de ellos; el esposo está a cargo de su familia y es responsable de ella; la esposa es el guardían del hogar de su esposo y es responsable de él. (Al bujari)

Es un hecho que el Corán presenta a las mujeres como un ejemplo a seguir para los creyentes al igual que para los no creyentes. “Allah pone por delante, como ejemplo de los incrédulos a la esposa de Noé y a la esposa de Lot. Las dos estuvieron bajo -el cargo - de dos siervos justos, sinembargo eran falsas con sus esposos y no obtuvieron beneficio alguno ante ALLAH en su favor, pero se les dijo: ! Entrad al fuego junto con los que han entrado ! . Y Allah pone por delante como ejemplo para aquellos que creen, a la esposa del Faraón, Contemplativa, ella dijo: ! Oh mi señor! construye para mi, cerca a Ti, una mansión en el paraíso, y cuídame de Faraón y sus actos y cuídame de aquellos que hacen el mal. Y María, de la familia de Imrán, quien guardó su castidad. Nosotros soplamos en ella de nuestro espíritu y ella atestiguó la verdad de las palabras de Su señor y de Sus revelaciones y fue una de las devotas”

En el Islam la mujer, sin considerar su estado marital, es completamente capaz de comprar, adquirir, vender, heredar; al igual que al hombre, le corresponde verificar la existencia humana, por lo que también tiene la facultad para obtener y actuar en todos lo campos, como explotar, comprar, vender, asociarse, hipotecar, arrendar, legar etc. en su propio beneficio. A ella se le exige sea parte activa en el trasegar de la sociedad en busca de su máximo desarrollo.

Sean cuales fueran las propiedades de la mujer, el hombre no tiene derecho a tomar de ellas nada, sino es con el previo y voluntario consentimiento de ésta . En cuanto a la propiedad ganada no hay ninguna diferencia entre el hombre y la mujer, bien sea en el salario o en el beneficio de una mercancía o en la renta de unas tierras etc., porque a esto sigue otra regla que es la justa igualdad entre el trabajo y su retribución.

La mujer musulmana como quiera que no teme el verse abandonada y desprotegida, ni la asalta el temor de tener, como lo hacen las mujeres cabeza de familia en nuestro país, que sufragar la totalidad de los gastos del hogar para poder sacar adelante a su familia, goza de una mayor libertad a la hora de escoger trabajo y de invertir lo que gana, pudiendo gastar lo todo en asuntos propios productivos o personales, como invertir en negocios, dar a sus hijos, comprar vestidos, joyas, etc. Estas últimas las podrá usar en cualquier momento, ya que no está expuesta a ninguna clase de atropellos o asaltos para despojarla de lo que lleva puesto.

La mujer:Sus derechos politicos, ecónomicos y sociales

Es deber insoslayable de la comunidad musulmana, tal como lo ordena El Creador, en el Sagrado Corán, “ , “Prescribir el bien y prohibir el mal”. Deber que corresponde por igual a hombre y mujer ; “ los creyentes, hombres y mujeres, se protegen uno al otro. Ellos prescriben lo bueno y prohiben lo que es malo. Ellos observan la oración con regularidad y obedecen a Allah y a Su mensajero. Sobre ellos Allah ha prometido a Sus creyentes, hombres y mujeres, jardines por cuyos bajos fluyen ríos, para habitarlos, y hermosas mansiones dentro de los jardines con eterna bendición” Corán 9:72

La mujer musulmana como compañera que ha sido del hombre, ha dejado huella imborrable en la construcción de la sociedad islámica en todos los ámbitos. Siempre se le ha tenido en cuenta en los asuntos del hogar y de la comunidad. En asuntos importantes, el Profeta habló de ellos con sus esposas y éstas lo aconsejaron. Decisiones de mujeres fueron acatadas y respetadas.

El Sagrado Corán ordena a toda la comunidad islámica, y en especial al hombre, brindar una protección absoluta a la mujer, pero sin desconocer ni vulnerar ninguno de sus derechos. Tal protección, pues, no significa esclavitud ni servidumbre; se le protege para que ella pueda sin ningún peso desarrollarse y buscar su propio bienestar e identidad.

La mujer musulmana siempre ha contado con el derecho a la libre expresión. La historia nos muestra como la mujer expresó libremente sus opiniones, argumentó y participó en serios debates en época del Profeta, con éste y con otros jefes musulmanes. Con entera libertad expresó sus opiniones sobre diversos temas, fuesen estos domésticos o de interés público, algunas se mostraron en desacuerdo con decisiones de los califas y fueron tan razonables y acertados sus argumentos que éstos últimos se vieron precisado a aceptarlos. Nunca se rechazó la opinión de una mujer por el simple hecho de su condición, todo cuanto éstas decían era tomado en consideración y analizado. La sabiduría en sus opiniones era lo que se tenía en cuenta, no su condición sexual.

También nos muestra la historia a mujeres musulmanes participando en la vida pública, manejando asuntos de estado, especialmente en momentos de emergencia, y lo hicieron muy bien. En las guerras, las mujeres fueron un auxiliar valioso para los combatientes, acompañaban a los hombres y se encargaban de los heridos, de preparar los suministros y de otras tareas esenciales, siempre dentro del mayor respeto y sin mancillar su honor. Las mujeres de otros lugares, en esa época cuando se les permitía acompañar a los soldados, era solo para que les brindaran a éstos el sexo, nunca les permitieron realizar labores importantes.

La Mujer y el trabajo productivo

No hay duda que las condiciones materiales de los pueblos y las costumbres reinantes, son determinantes cuando de establecer que trabajos debe hacer la mujer y cuales debe realizar el hombre. Aún quedan rezagos de tiempos anteriores que nos impiden ver con objetividad la situación relacionado con el trabajo productivo, nos inventamos toda una serie de teorías o conceptos para justificar unos y desaprobar otros. La mujer es tan capaz como el hombres para llevar a cabo cualquier tareas, por lo que no podemos desaprovechar sus conocimientos ni su fuerza de trabajo, la sociedad necesita de ese inmenso potencial para poder avanzar y para lograr un mejor modo de vida para la humanidad entera.

En la Umma Islámica , a diferencia de las naciones occidentales o con modelos económicos copiados de estos, la mujer no se vio forzada a salir en masa a buscar trabajos en las fábricas ni a suplir la escasez de mano de obra, en dichos estados existía tal abundancia de hombres que los pocos puestos existentes eran insuficientes para ellos y la mujer nunca fue desprotegida, como para que se viera obligada a ponerse al servicio de las grandes factorías so pena de perecer de hambre. No obstante lo anterior, si ella deseaba trabajar y participar en el trabajo productivo era totalmente libre de hacerlo, siempre que no se atentara contra su integridad y su honor.

En las tierras del Islam, entre los pobres las actividades que se han realizando a través de los tiempos, y siguen realizándose aún, son de subsistencias, las que requieren poca preparación, y por lo general se llevan a cabo en el ambiente familiar, en estas la mujer siempre ha estado presente, como esposa al lado de su esposo, con hija con sus padre o hermanos, no ha tenido necesidad de salir a vender su fuerza de trabajo a personas extrañas a su entorno familiar. Se las ve en actividades agrícolas, artesanales y relacionadas con el comercio. En los estratos medios, la situación es similar; los esposos atienden conjuntamente las pequeñas factorías o almacenes, sus parientes son por lo general sus empleados. Igual acontece con el ejercicio de las profesiones liberales, las esposas e hijas, son por general las secretarias o ayudantes.

En los círculos pudientes, el padre provee las necesidades del hogar, y la mujer no ha sido sometida al dilema de tener que trabajar para poder sostener a sus hijos y sacar adelante a su familia, como si ocurrió, y ocurre, en Occidente. La gran industria es relativamente nueva y todavía no se ha desarrollado lo suficiente como para cambiar los hábitos de trabajos de dichos pueblos y, por ende, lo relacionado con la participación de la mujer en ellas es escasa.

El trabajo productivo, como se anotó antes, es deber tanto del hombre como de la mujer, ambos tienen que dar lo mejor de sí para construir una comunidad que lidere el desarrollo y el progreso de la humanidad, tal como sucedió en el pasado, donde la Umma Islámica era el faro que alumbraba el horizonte de la ciencia y del saber, de la paz y la prosperidad.

Para que pueda hacerse realidad lo anterior, es necesario que tener en cuenta lo siguiente:

La mujer tiene una condición diferente a la del hombre, cual es su vocación maternal, por ello toda actividad que menoscabe o ponga en peligro la misma tiene que ser desechada por esta. Ninguna comunidad se puede permitir el lujo de poner en peligro la supervivencia de la especie, ello es contra los mandatos de Dios.

Toda actividad, sea ésta productiva o no, de la cual, siquiera, se sospeche que vulnera o pone en peligro la maternidad, tiene que ser prohibida para la mujer. Pero de determinar cuales son estas actividades se encarga la ciencia, no es lógico que personas ignorantes de estos temas anden prohibiendo tal o cual actividad. Así mismo, en el periodo del parto y durante la crianza, es deber de la comunidad entera dar a la mujer que trabaja todas las garantías para que ella pueda de manera sosegada materializar su vocación de madre.

E igualmente, que la comunidad es un engranaje de sociedades maritales y que dentro de estas se crean prioridades, las que unas veces aconsejaran el trabajo de ambos cónyuges y en otras, no. Los esposos de mutuo acuerdo deberá resolver tales dilemas y mantener siempre la concordia en el hogar. Tan necesario es en la familia, el que se proveea el sustento, como velar por el cuidado y la crianza de los hijos .

Y también, que cualquier interrelación entre hombre y mujer debe ejectuarse en un ambiente sano, que impida la obscenidad y los malos comentarios, no debemos propiciar actos que nos conduzcan a las tentaciones. Al igual que al hombre, a la mujer no le están permitidos los trabajos donde se exhiban los atributos, ni el hombre ni la mujer pueden permitirse trabajos donde se les incite a la pasión o a faltar a la fidelidad del hogar. Las jóvenes, al igual que los jóvenes, tienen que mantenerse siempre en ambientes alejados de la intimidad, la que solo es posible cuando se conforma un hogar.

Lo anterior, en absoluto limita las posibilidades de la mujer, es la misma situación del hombre musulmán. Las necesidades del mundo moderno han abierto inimaginables posibilidades a la mujer actual; hoy más que nunca se necesita que ésta asuma roles nuevos, que potencialice sus capacidades y cubra con su labor productiva la mitad de las necesidades de la humanidad. No hacerlo, sería una inmensa perdida, no solo para la mujer, sino para la sociedad entera.

Hombres y mujeres son de la misma familia, y como tal, tienen los mismos derechos y deberes, ya que el señor les promete: “ Nunca despreciare el trabajo de quien obre de vosotros, sea hombre o mujer, porque descendéis unos de otros” Corán 3:195) Es de anotar, además, que para el musulmán el ocupar puestos de dirección no es una meta en si misma, sino una responsabilidad que la comunidad otorga a los que cree más capaces. El musulmán hombre o mujer, no ambiciona ni busca tales puestos.

La mujer y La Educación




En el Islam, la instrucción es un deber para todos. No hay diferencia entre hombres y mujeres, ni entre ricos y pobres, ni entre blancos y negros, ni entre árabes y no árabes. El Profeta, la paz sea con él, dijo al respecto: “ La búsqueda del saber es una obligación para todo musulmán y toda musulmana, sin diferencia entre ambos en esta búsqueda.”

Tanto hombre como mujer están obligados a buscar a través del conocimiento el camino recto y su propia realización personal . Durante las primeras épocas del Islam, conoció el mundo a mujeres muy cultas y sobresalientes, algunas fueron más instruidas que muchos hombres de su momento.

En el Islam el sabio, lo es el vidente, el ser, la luz, mientras que el ignorante es el ciego, las tinieblas y la nada. Por todo ello el musulmán da mucha importancia a la educación y la considera como la escalera de la ciencia y la puerta de la creencia. Los ignorantes no alcanzarán a conocer a su Señor.

En la primera aleya revelada al Profeta, la paz sea con él, ALLAH, Glorificado sea, le dice:

“ Lee en el nombre de tu señor que creó, que creó al hombre de un cuajo de sangre. Lee y ten en cuenta que tu señor es el más generoso. El es quien enseñó al hombre el manejo del cálamo. Enseñó al hombre lo que ignoraba.” Sura 96: 1, 5

El musulmán, que aspira a ser considerado como tal, tiene ante sí el inmenso compromiso de instruirse y fomentar la educación y permitir que tanto hombres como mujeres transiten por los senderos de la ciencia. No lo asusta el conocimiento, ya que éste, contrario a lo que sucede con los adeptos de otras religiones distintas a la de Dios, afianza la creencia y nos da a conocer la grandeza del Altísimo y así mismo, es base de todo progreso y avance.

La mujer y El Divorcio

El musulmán al contraer matrimonio, sabe que esa relación surgida del mismo, es de carácter permanente, y de continua armonía, no solo entre el hombre y la mujer, sino también entre estos y Dios. Pero, como de todos es sabido existen desavenencias muy graves que no permiten a la pareja seguir unidos, ya que esto último haría mas daño a los cónyuges y a los hijos, por ello se permite el Divorcio como recurso extremo; el Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, lo calificó como la cosa más detestable, a los ojos de Dios, de todos los medios legítimos que se le han permitido al ser humano.

Para que se pueda llegar al divorcio, los cónyuges deben darse un tiempo prudencial y antes agotar otras instancias, así:

1.- Tratar de resolver sus disputas entre sí. Los esposos deben dialogar de la mejor manera sobre el asunto que motiva el conflicto y tratar de buscar soluciones que salven la relación sin perjudicar a ninguno de los involucrados.

2.- Deben someter el asunto a dos árbitros. Sí ellos mismo no han podido resolver la situación presentada, deberán acudir a sendos árbitros, uno de cada familia, quienes de manera imparcial y desapasionada buscarán poner paz entre los esposos y zanjar las diferencias, llamando siempre a que tengan paciencia y a que consulten a Dios y busquen su ayuda.

3.- Acudir al Divorcio. Si las dos instancias iniciales fracasan, las partes están legitimadas para aplicar el Divorcio. De acuerdo con la Ley Islámica, para que éste se haga realidad, requiere que sea aceptado por ambas partes, el mismo tiene que concederse salvaguardando el respeto debido a cada uno de los cónyuges y su dignidad. Esta última etapa, tampoco es algo precipitado; las leyes de Dios, El más sabio, ordenan ir en forma gradual, hasta que ambos estén absolutamente convencidos que no existe otra alternativa diferente a la separación.

La mujer y El Matrimonio

De acuerdo con el Islam el espíritu verdadero de la vida marital es: conocimiento, amor, compresión y respeto mutuo. Son muchas las palabras del CORAN y de la Sunna del Profeta, que prescriben dentro del matrimonio, la consideración y la justicia, la compasión y el amor, la simpatía y la benevolencia, la paciencia y la buena voluntad. El Profeta, la paz de Dios Sea con él, nos dejó varias recomendaciones a este respecto, Dijo: El mejor musulmán es aquel que mejor se comporta con su familia y con su esposa e, igualmente, dijo: que el mayor y más bendito gozo de la vida se encuentra en una esposa buena y recta. En la comunidad Islámica, el matrimonio trae consigo derechos y obligaciones. Los deberes y derechos son de ambos esposos. No existe en el Islam ninguna discriminación entre hombres y mujeres: ambos son creaciones de Dios. El uno hecho para la otra. Es como decía el Profeta: Hombres y mujeres, constituyen cada uno, una mitad que necesita de la otra para conformar un todo.

En su forma, el matrimonio islámico es una ceremonia sencilla. No se requiere de ninguna formalidad especial, se puede hacer en cualquier lugar y momento. Las únicas exigencias son: Que los contrayentes declaren de viva voz su deseo de unir sus vidas y que se haga ante dos testigos. E, igualmente, por mandato de Dios, el novio debe enaltecer a su futura esposa con un regalo como símbolo material de su amor.

En lo concerniente a su contenido y significado, el matrimonio para la comunidad Islámica es un fuerte vinculo y un compromiso con el Creador del Universo, con la vida misma: representa la supervivencia, la convivencia y la superación de la raza humana y el sosiego y deleite de los esposos. En el matrimonio estos encuentran la propia realización y satisfacción mutua.

En el matrimonio, hombre y mujer encuentran el amor y la paz. Encuentran la compasión y la serenidad. En el matrimonio, hombre y mujer, encuentran el bienestar y la esperanza. El compromiso matrimonial, antes que un compromiso entre los futuros esposos, es un compromiso con DIOS, EL ETERNO, EL DIOS UNICO, el que todo lo ve y todo lo sabe: Hombre y mujer deben estar plenamente convencidos del compromiso que asumen y su intención debe ser la de conformar una unión permanente y una familia en el camino de Dios. El Profeta, la paz sea con él, dijo: “ ¡ Malditos sean !, los hombres y las mujeres que gozan cambiando frecuentemente de cónyuge.”

El marido contrae, con Dios y con la sociedad, el compromiso moral de tratar a su mujer con amabilidad, honor y paciencia. Es deber suyo, el mantenerla honradamente y no causarle aflicción o daño alguno, ni físico ni moral. El marido debe cumplir sus deberes alegremente, sin reproche ni injuria y buscando, siempre, la complacencia de Dios. Dichas obligaciones debe procurar cumplirlas de manera digna, sin extravagancia, ni tacañería y sin descuidar las otras tareas que le impone la vida matrimonial y los demás asuntos del hogar. La ley de Dios, manda al marido tratar a su esposa con justicia, respetar sus sentimientos y hacerla objeto de gentileza y consideración. La relación matrimonial debe ser armónica y en ella debe reinar la paz y la alegría.

En su último discurso, el Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él, Dijo:

“ ! Vosotros ! Tenéis derechos sobre vuestras esposas y vuestras esposas tienen derechos sobre vosotros. Tratad a vuestras esposas con amor y gentileza. En verdad las habéis tomado como un encargo de Dios y las habéis hecho legitimas por las palabras de Dios. Sed siempre fieles al encargo que se os confía y evitad los pecados.”