sábado, 22 de marzo de 2008

Lugar de la Mujer en el Islam II

Como anotamos arriba, en la antigüedad sobre la mujer pesaban grandes anatemas, los cuales el Sagrado Corán, al reivindicar la naturaleza de ésta como igual al hombre, pulverizó. Ello trajo como consecuencia lo siguiente:

En primer lugar la liberó del estigma ancestral, mediante el cual era vista, incluso por las mismas mujeres, como madre y fuente permanente de pecado y en la causa de los males que afligían a la humanidad. La mujer, al igual que el hombre, nace en un estado natural de pureza, de sometimiento a la voluntad y el deseo de Dios, estado que puede continuar o cambiar de acuerdo al camino que se elija libremente.

No hay pueblos, o razas, ni sexos escogidos; hombres y mujeres, fueron creados con el libre albedrío, solo el esfuerzo que cada uno realice lo puede salvar o condenar. El pecado no es propio del sexo femenino, lo que lo causa no es la condición de mujer, sino el comportamiento que cada individuo realice, sea hombre o mujer; tan fuente de pecado puede ser un hombre como una mujer, si no se guían rectamente. El Corán menciona a varias mujeres con gran respeto, por ejemplo a Eva, Sara, la madre de Moisés y a María, la madre de Jesús, entre otras. Sara y María fueron visitadas por ángeles que conversaron con ellas.

“Los creyentes, hombres y mujeres, se protegen uno al otro. Ellos prescriben lo bueno y prohiben lo que es malo. Ellos observan la oración con regularidad y obedecen a Allah y a Su mensajero. Sobre ellos Allah ha prometido a Sus creyentes, hombres y mujeres, jardines por cuyos bajos fluyen ríos, para habitarlos, y hermosas mansiones dentro de los jardines con eterna bendición” Corán 9:72

Hombre y mujer, por igual, tienen que buscar la complacencia de Dios. Ambos han de cumplir las leyes divinas, es deber de ambos el hacer y ordenar el bien y el combatir el mal.

En segundo lugar, el Islam enalteció la condición de la mujer, la colocó dentro de la comunidad en el lugar que le correspondía: como mujer, igual al hombre; como hija y hermana, en igualdad que el varón; como esposa, con responsabilidades y derechos equiparables a los del marido y como madre, un poco por encima del padre. Esto trajo consigo un gran cambio en la mente colectiva, lo que permitió que se la tratara con respeto y con dignidad como al hombre; se consultaba y apreciaba su opinión, lo que a su vez le permitió liberarse del yugo del padre y de los demás hombre, podía ella escoger esposo o divorciarse. Ya sus parientes hombres no decidirían a sus espaldas su destino, no podía ser vendida ni regalada a ningún varón, no estaba obligada a ser el trofeo de nadie, ni a tener que ser la mercancía con la cual los hombres saldaban sus compromisos sociales, económicos o políticos.

Tercero: Su labor productiva fue por fin valorada y apreciada. Cualquier actividad económica o cultural estaba a su alcance, su trabajo y esfuerzos tenían igual valor que el del hombre.

“ Nunca despreciare el trabajo de quien obre de vosotros, sea hombre o mujer, porque descendéis unos de otros” Corán 3:195) 1

Lo anterior originó derechos tales como, el derecho a tener bienes y el derecho a educarse (2 ), a partir de los cuales comenzaron a desarrollarse y a imponerse otros derechos. Ya no se la podía seguir viendo como ese ser incapaz de concebir ideas o de llevar a cabo actividades de trascendencia y ella se volcó a escuelas y universidades en busca de conocimiento.

La labor en el hogar se dignificó y valoró, al igual que los cuidados maternales; se le recomendó a los hombres musulmanes, hacerlas igualmente(3) y se estableció que cuando tales labores las realiza la mujer y éstas no sean apreciadas o valoradas por el hombre, podrá ella ponerle preció y exigirle al marido el pago de las mismas, sin importar cual sea dicha tarea, incluso podrá exigir paga por amamantar a su hijos. El imán Shafi ordenó a un hombre a que pagara a su esposa por darle el pecho a su propio hijo.

Al exigir Dios, Alabado Sea, de ambos sexos las mismas cosas nos está señalando que hombre y mujer son iguales, con los mismos derechos y la misma capacidad intelectual, la cual desarrolla cada individuo como desea. El Islam exige de la mujer y del hombre que estos sean la parte activa que lleve a la sociedad a su máximo desarrollo, que juntos conviertan este planeta en un paraíso, donde reine la paz, la concordia, el bienestar general y donde se alabe al creador noche y día.

Notas:

1) Hombres de mujeres y mujeres de hombres; de la unión de uno y otra, surgimos los humanos.
(2) En el Sagrado Corán, no solo se sentaron las bases para que surgieran estos derechos, sino que también se ordenó reconocerlos como tales. (3) Aisha, la esposa del Profeta, decía que “éste cuando no estaba en la mezquita o atendiendo los asuntos del gobierno de la comunidad, se dedicaba a quehaceres del hogar.”

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